lunes, 19 de enero de 2009

¡Madre mía, qué poco falta!

Este fin de semana ha sido más alegremente monotemático que los anteriores. Ya quedan 3 semanas para poder coger, tocar, besar, acariciar a nuestro príncipe Luis, por lo que los preparativos se van acelerando.

Lavadoras con ropa "de juguete", el capacito en el que va a dormir sus primeros meses de vida, el peluche de Stewie (muy a pesar de Lola), calcetines que no sabes si son manoplas, manoplas que no sabes si son calcetines, pijamas que parecen peleles, peleles que parecen pijamas... ¡Esto es muy complicado!

Todo eso por no contar el gran dilema (y su consiguiente dolor de cabeza) a la hora de decidir si comprábamos un paquete de pañales de recién nacido de 2-5 kg o de 3-6 kg. Finalmente optamos por comprar los de 3-6 kg, puesto que a día de hoy, y sin haber salido todavía de su escondite, ya mide unos 49 centímetros y pesa unos 3,2 kg. Si sigue ahí dentro el tiempo que se le supone, saldrá casi criado y preparado para irse de cañas.

Los nervios ya están empezando a hacer mella. ¿Miedo? No, miedo no es. Es desasosiego por la incertidumbre. En fin, que a partir de este momento, y sin que sirva de precedente, igual advertís mi ausencia durante 3-4 días seguidos. Si es así, ya sabéis dónde estaremos. Mientras que tan feliz acontecimiento no se produzca, aquí estaré.

Por cierto, éste es el tamaño aproximado (en relación a la mano de Lola y la mía, que es casi igual de grande que la de Lola) de la principesca mano de nuestro heredero universal.

No hay comentarios: