Brillante frase publicitaria. Brillante idea de fondo: quien se esfuerza, lo tiene todo a su alcance, por difícil que parezca.
Lo malo es cuando esta arenga se convierte en exigencia externa o interna autoimpuesta y del tú puedes hacerlo se pasa al tú debes hacerlo.
Resultado: sociedades cada vez más individualistas, sin apenas vínculos de solidaridad más allá de los familiares (y a veces, ni esos).
En el puesto de trabajo, puedes llevar compartiendo un espacio reducido con una persona durante mucho tiempo al día, durante muchos años, que realmente no llegas a saber quién es. Te comunicas con él o ella a través del messenger aunque tu codo y el suyo se toquen. Y todo por ese software residente instalado en nuestros cerebros: debo hacer, debo ser, debo superar...
Hay que cuestionarse un poco hacia donde nos lleva la inercia y pensar que yo puedo hacerlo, pero no sé si quiero. Groucho Marx lo dijo de una forma más creativa: paren el mundo que yo me bajo.
Qué fácil de decir. Qué difícil de hacer.
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